La aventura del ser humano

Una vez más me gustaría compartir una historia.
La historia invitada de hoy está escrita por una persona maravillosa, se llama José y es terapeuta sanador.




La Aventura del Ser Humano
El ser humano es una incógnita, un misterio. Todo está en continuo proceso de evolución y por lo tanto de transformación. Nos negamos a estancarnos. Paradójicamente buscamos estabilidad, seguridad y esa misma seguridad una vez alcanzada nos reduce, nos asfixia.
Cada uno de nosotros lleva sembrada la semilla de la evolución, de la auto realización y es una voz que clama, que no entiende de seguridades, que no se conforma con una suma de felicidades en minúscula y que a la Luz de la gran LUZ todo ello son felicidades ensombrecidas.
Somos auto conscientes de la falta de plenitud, del anhelo de esa misma plenitud.
Cada uno de nosotros se encuentra en un tramo diferente de un mismo camino.
Camino por el que todos transitamos, unos van, otros vuelven, unos se detienen, otros avanzan o retroceden o se mueven en círculos, pero finalmente en esta u otra vida el camino es algo ineludible, todos somos viajeros. Tomar conciencia de la condición de viajero errante es tomar conciencia de nuestra tarea personal. Realizar el camino en consciencia es realizar el camino siendo consciente de esta condición de viajero y por consiguiente del camino mismo; de la finalidad de esta aventura humana de aprendizaje.
Viajar en automático es viajar semi dormido, nos movemos SI, pero sin tener conocimiento de este movimiento ni de lo que conlleva el mismo. Lecciones que se aprenden más por la fuerza bruta y el sufrimiento que por el discernimiento y aun así se avanza.
En ultimo termino jamás partimos de sito alguno, todo está bien aquí y ahora en un eterno presente, sin embargo desde la dualidad se tiene sensación de viaje, pues mientras vivimos desde ahí esta es nuestra responsabilidad, viajar o tener sensación de viaje para en ultimo termino comprender que este es un viaje ilusorio, pero para ello primero hay que partir para finalmente entender.
Budista, cristiano, hindú, musulmán, poco importa. Lo realmente importante es la fidelidad hacia tu condición de viajero, el compromiso con el camino. Las etiquetas o las formas o soportes que nos auto adjudicamos son ayudas o mapas para no extraviarnos demasiado, para valernos del camino de aquellos que nos precedieron y lo hicieron de forma consciente y llegaron a completar el mismo con cierto éxito; esto no es un camino cerrado.
Ninguno de nosotros es una copia de nadie, todos somos originales y por lo tanto cada camino es único e irrepetible. Camino que sin duda guarda similitudes con otros caminos ya recorridos pero a su vez es completamente diferente a cualquier otro.
En el camino hacia la felicidad uno debe renunciar a sí mismo, vaciarse, desprenderse, viajar ligeros de equipaje. En realidad es mucho más una cuestión de desprendimiento, que de adquirir, lograr o conseguir algo. Lo inefable es inaferrable, lo que ocurre que para conseguir esa libertad de desprendimiento hay que realizar un trabajo previo de construcción, pues nadie llega al entendimiento sin este trabajo previo y si acaso en alguna Alma, este se produce de forma espontánea sin el requisito de este trabajo, lo que se produce no se entiende y si acaso se entiende parcialmente, no se logra integrar, porque le falta el suelo solido donde echar raíces.
También debemos partir desde nuestra propia realidad sin ensoñaciones, ni espiritualidades de altura e idealismos inalcanzables.,
Como dice el padre Abad:
Debemos bajar a nuestro barro sin pretender dormir embarrados en él.
Hemos de mirar a lo alto sin la ilusión de habitar allí.
En esta aventura el buscador experimentará de pequeñas plenitudes, descansos, éxtasis temporales, reposición de fuerzas y de nuevo abismos, encrucijadas, desiertos y noches oscuras.
Porque de todo ello se sirve Alfa y Omega. ¿Como si no continuar caminando? Todos estamos librando una gran batalla y por lo tanto todos somos dignos de una inmensa compasión.
La aventura humana es una aventura apasionante, llena de recodos, de giros inesperados, de oportunidades. Si fuésemos conscientes de este viaje ilusorio ya no habría lugar a donde ir, ni sensación de viaje, ni de viajero, quedaría estabilizar, integrar y volver al mismo lugar donde estamos , pero esta vez SI, con una óptica completamente diferente, como el Monje Zen de vuelta al mercado.
José Carrasco

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