Fabricando sueños.


Los sueños son en ocasiones tan volátiles que incluso llegamos a creer que son imaginarios, pero cuando uno de ellos, con la fuerza y seguridad de querer formar parte de nosotros irrumpe en nuestras vidas, lo llena todo de magia y de fe, empieza a enviarnos señales para creer en él, nos ayuda a pensar en él y a crearlo, a sentirlo y moldearlo dándole valores positivos para que no se pierda por el camino de la realización.


Los sueños son capaces de susurrarnos al oído cuando el miedo se apodera de nosotros.

Los sueños tienen luz propia, siempre brillan. Son estrellas que están en nuestro firmamento, y que sólo nosotros somos capaces de verlas brillar y resplandecer con una luz propia, mágica y especial para nosotros.

Los sueños nunca mueren, descansan cuando no los hacemos realidad, y regresan cuando nuestro corazón vuelve a latir con ilusión y fuerza.

Fabricamos sueños constantemente, deseos volátiles y mágicos que hacen de nuestras vidas un sendero especial. Hay que empezar a creer en que los sueños también son reales y se hacen realidad, creer que todo es posible y que la magia de la vida se esconde en cada rincón esperando a ser sorprendidos por ella.

Nunca debemos dejar de soñar, de tener ilusiones, de ser felices, de ser unos soñadores y unos pioneros en el arte de fabricar sueños.

Y aunque el tiempo parezca entorpecer los sueños, no debemos darles un valor temporal, sino más bien medirlos por realizables, por posibles y seguir soñando porque  la magia anida siempre en nosotros, es esa chispa que hace posible que los sueños se hagan realidad y seamos capaces de fabricar tantos como soñemos.

Nunca dejéis de soñar, de tener ilusión y nunca perdáis en el olvido la magia de fabricar sueños. 


 

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