Cada mañana nos despertamos con movimientos autómatas que nos guían hacia la costumbre que hemos ido adquiriendo a lo largo del tiempo, convirtiendo el simple hecho de empezar el día en un hábito rutinario: ir al lavabo, preparar desayuno, leer la prensa, mirar móvil, encender el televisor...
Hagamos un cambio en el despertar diario, hagamos del hábito un juego de toma de conciencia. Cada mañana cuando abramos los ojos permitámonos sentir dicha por un nuevo amanecer, ilusión por las sorpresas gratas que nos pueda deparar el día. Sintamos el comienzo de esa pequeña creación y la ilusión de empezar el día con alegría antes de levantarnos y enfrascarnos en la rutina mañanera.
Mejor abrir los ojos y el corazón para comenzar el día lleno de alegría, y que mejor día para ello que
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